Ruta botánica, por Carmen Gracia Aisa

Para empezar, tres consejos:
1. Respetar la flora y la fauna. NO recolectar plantas. Esto evitara la desaparición de alguna especie vegetal escasa o muy rara en nuestro municipio o incluso en Aragón.
2. No hacer fuego ni permitir que otros lo hagan. Avisar, si vemos algún foto o si alguien esta encendiendo fuego en alguna zona prohibida.
3. No dejar basuras ni desperdicios

Desde Zuera cogemos la carretera de las Cinco Villas y una vez pasado el polígono “ El Campillo”, a mano derecha, encontramos un pinar joven, de pino carrasco, que fue plantado hace unos años por una asociación de la tercera edad. Si miramos a nuestra izquierda, un cartel nos indica la entrada al Monte Alto. Tomamos en esta pista y a pocos metros vemos un pequeño arco bajo la carretera, es la salida al río de Barranco Valdeferra. Sin dejar la pista veremos un antiguo vertedero ya clausurado y acondicionado para la plantación de pinos, en el que los escolares de Zuera participaron. En esta zona podemos dejar el coche.
A partir de este punto tenemos por delante unos 11 km de recorrido, con un poco de desnivel pero con un buen camino que podremos recorrer sin dificultad. El tiempo del recorrido dependerá de cada uno. Disfrutar del paisaje, hacer fotografías, estudiar una planta determinada o simplemente reconocerla por medio de alguna guía, supone tiempo, pero merece la pena.
Esta ruta transcurre por una zona del monte bajo, mostrándonos el matorral de degradación típico de la estepa que, a pesar de su indudable interés botánico ha sido poco conocido y valorado. Configuran este paisaje zonas alomadas, barranco y vales planas, donde desde antiguo la mano del hombre ha intervenido transformando la estructura original de la comunidad vegetal.
En la actualidad dominan esta zona el saso y dos acampos, el de “Franco” o “Doña Antonia” y el Acampo del “Boticario”; ambos para usos principalmente ganaderos, siendo los cultivos cerealistas de secano los que ocupan la mayor parte del recorrido en esta ruta y en menor medida, almendros y olivos. Entre todos estos cultivos se conservan manchas y retazos de lo que parece fue la vegetación primitiva de un bosque Mediterráneo en gran parte de la zona quedando representando por grandes pinos y altas sabinas. Es el paisaje que nos ofrecen las laderas que dan al norte de “ Cuesta Varillera” y las que bajan hasta el “ Barranco Salado”.
El “Barranco Salado” es una zona de interés geológico por su litología de yesos, dolinas y otras formaciones, donde la sal y el encharcamiento temporal hacen presencia en este tramo, ocupado por la comunidad de las halófilas, bien representadas por un pequeño bosque de Tamarix canariensis.
Las zonas alomadas con mayor presencia en yesos las encontramos a pocos metros de iniciar la ruta. Estos suelos originaran una vegetación esteparia de gran valor ecológico llamada vegetación gipsófila. La Gypsóphila struthium sbsp Hispánica es las más representativa.
Empezamos el recorrido en la zona conocida como el “Acampo de Doña Antonia” donde el cultivo principal es de trigo y cebada. En estos cultivos encontramos una gran diversidad de plantas, son las llamadas arvenses. Suelen ser anuales y herbáceas con una extensa gama de color en su flores, destacando el rojo del ababol (Papaver rhoeas), el amarillo de la floreta ( Hypecoum imberbe), el anaranjado de la pequeña Anagallis arvensis, los distintos tonos de morados del nazareno ( Muscari neglectum) y la Malcomía africana junto con muchas otras plantas de flores blancas, entre las que sobresale la colleja ( Silene vulgaris), la liviana o la yerbana blanca ( Diplotaxis erucoides), la berrugera ( Heliotropium europeaum, etc).
En los rastrojos y huebras abundan la palomera (Salsola kali) y la (Chondrilla juncea) conocida en Zuera como usillo. A ambos lados del camino, y en casi todo el recorrido, estaremos acompañados por altas ginestras (Retama sphaerocarpa) y el cardo borriquero ( Onopordum nervosum). Ambos dan sombra a un gran abanico de plantas de menor tamaño, resultando por sus abundantes flores la gamonita ( Asphodelus fistulosus), la viborera (Echium vulgare) y la esbelta escobiza ( Maltisalca salmantica). Esta planta fue muy utilizada para hacer escobas, por las características de su tallo, que puede alcanzar el metro y medio de altura y es fino pero resistente.
Pasados estos primeros campos, a mano derecha, encontramos una zona alomada. Gran parte del suelo esta muy degradado y el yeso aflora; esto genera la aparición de plantas muy especializadas a este tipo de suelo, con las llamadas gipsófilas. Destacan por sus flores, de un amarillo intenso, las romerillas ( Helianthermun squamaturn y H.syriacum) junto a la Herniaria fruticosa, planta de porte áspero, leñosa y de hojas muy pequeñas y la florida albada o jabonera ( Gypsopila struthium sbsp. Hispánica). El nombre popular de jabonera se deba a que la raíz fue muy usada para lavar la ropa. Es un endemismo del Centro de la Península Ibérica y muy frecuente en la Depresión del Ebro, que pertenece a la familia de las cariofiláceas.
En las zonas de estas lomas con suelos algo mas evolucionados pero con bastante material yesifero, permite que se desarrolle otra gipsófila como el asnallo ( Oronis tridentata), acompañada de la pinchuda aliaga ( Genista scorpius) el espino negro o escambróm ( Rhamnus lycoides sbsp. Lycioides) y las conocidas aromáticas como el tomillo ( Thymus vulgaris) , el romero ( Rosmarinus officinalis), la salvia ( Salvia lavandulifolia) y la amarga ruda ( Ruta angrustifolia). Retorcidos enebros ( Juniperus oxycendrus), raquíticas sabinas ( Juniperus phoenicea) y algún que otro carrasco ( Pinus halepensis) poco desarrollado. Entre todo este matorral, pasa desapercibida una graciosa y diminuta campanilla ( Campanula fastigiata) junto a varias gramíneas del género Stipa, siendo la mas abundante la Stipia parviflora.
Seguimos la marcha sin dejar el camino, notaremos una pequeña pendiente que nos deja en la parte más alta y llana del Acampo.
Nos detenemos en la zona conocida como “ El Saso” y disfrutamos del paisaje agrícola de secano, típico mediterráneo, donde el olivo (Olea europea), el almendro ( Prunis dulcis) y la vida ( Vitis Vinifera), variedad garnacha, se entremezclan con campos de cereal.
La variedad garnacha es la vid mas cultivada en Zuera. Tiene una cepa muy rústica, resistente a la sequia, plagas y enfermedades. Racimo medio y compacto, de color negro y forma esferoide, con uvas de piel fina y pula jugosa, siendo su zumo incoloro. Sus vinos son vigorosos, de color granate y con cuerpo, generalmente poco ácidos y a veces muy ásperos. Sin dejar el camino, que si dirige hacia el Norte, veremos a la derecha, una gran viña (hoy en día abandonada). Se trata de la viña de Doña Antonia.
Andamos unos 500 metros mas o menos esta vez hacia el oeste. El camino empieza a descender. Llegamos a la “Cuesta Varillera”.
El camino corta una alta loma con vertiente al norte, eso permite del desarrollo de distintas especies de musgos y gran cobertura vegetal donde el bosque mediterráneo queda representado por el pino carrasco ( Pinus halepensis) y un sotobosque rico en especies principalmente arbustivas.
Dominando, altas sabinas y enebros, junto a la coscoja (Quercus coccifera), tomillos, romeros, salvias y la curiosa bufalaga ( Thymalaea tinctoria), planta que antiguamente en el Pirineo y Prepirineo que se introduce en nuestros pinares a través de las Cinco Villas.
En la parte mas baja de la vertiente se encuentran pequeñas praderas de lastón ( Brachypodium retusum) donde aperecen muchas de las plantas bulbosa que florecen en primavera; abundan los narcisos ( Narcisus assoanus), tulipanes ( Tulipa sylvestris subsp. Australis), la fritillaria lusitánica y varias especies de orquídeas del género Orphys, la mas abundante es la Ophys fusca; la Ophys speculum y Ophys scolopax son mas escasas. Otra de las bulbosas que encontramos es el ajo silvestre ( Allium paniculatum subsp. Paniculatum), que florece en verano.
Al final de la bajada giramos a la derecha para coger la pista que bordea un ancha val ocupada en parte por el “Acampo del Boticario” y por la que discurre el “ barranco Salado”.
Seguiremos esta pista y veremos las ruinas de un viejo corral de ganados, nos dirigiremos hacia él y pasaremos por encima del “Barranco Salado” que esta entubado, dejándolo a nuestra derecha.
Seguimos en dirección este, un campo de labor nos separa del barranco. Es el lugar indicada para hacer una buena fotografía del singular paisaje que nos ofrece el cortado que baja desde el “Acampo de Doña Antonia” hasta el “ Barranco Salado”, bordeado por un bosquecillo de tamarices en el que podremos adentrarnos unos metros adelante.
Justo enfrente del cortado, es decir, a la izquierda, veremos el antiguo abejar del Boticario.
Toda la zona está muy pastoreada desde antiguo, eso hace que el suelo esté mas enriquecido en nutrientes, desarrollándose la comunidad de las nitrofilas leñosas como el sisallo (Salsola vermiculata), la ontina (Artemisia herba-alba), etc, que tienen un valor elevado como pastos. Junto a estos matorrales, una gran lista de herbáceas como el marruego ( Marrubium vulgare), Filafo pyramidata, etc.
Seguimos la marcha hasta una ancha curva que nos acerca al barranco, este vuelve a pasar entubado por debajo del camino y ahora queda a nuestra izquierda.
En esta zona domina el carrizo ( Phragmites australis) y algún que otro junco.
A nuestra derecha, entre el carrizal y la ladera que baja del acampo, se encuentran una estrecha senda hecha por los jabilis y por sus perseguidores. Esta senda nos lleva al pie del cortado y al tamarizal. La humedad y la umbría de esta parte del barranco permiten la presencia del rusco ( Ruscus aculeatus), la madreselva ( Lonicera implexa) y una planta escasa en Aragón como es la adelfilla ( Bupleurum fructicosum), es un arbusto de la familia de las umbelíferas que pude llegar hasta los 2 metros de alto, forma parte de la garriga del litoral mediterráneo y es raro que se adentre al interior. En Zuera contamos con varias poblaciones de esta planta, todas ella en el pinar, en las zonas conocidas como Val de Ripas y Pico Grallero.
En toda la zona hay cierta salinidad en el suelo, encontrándose la comunidad de las halófitas, plantas muy especializadas a este tipo de suelo. Están bien representadas por un impenetrable bosque de tamariz, acompañado de la sosa ( Suaeda vera) , el esparto o albardín ( Lygeum spartum) y el espantazorras ( Limonium hibericum), que podremos verlo mejor a finales de verano, cuando florece.
Salimos de nuevo al camino y seguimos la marcha acompañándos por los floridos Gamones ( Asphodelus ramosus) que dominan las lomas junto algún que otro ajo guitarrerro ( Muscari comosum).
Continuamos hasta la carretera dando por finalizada la ruta.
Para llegar hasta el coche nos queda un pequeño paseo al borde de la carretera en el que disfrutaremos de las flores que invaden los arcenes, principalmente en primavera.

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