Siguiendo sus pasos, por Jota

Nuestro amigo y colaborador “Jota” nos envía éste artículo, en el que realiza una personal reflexión sobre la actual situación que vive España, y por la cual muchos jovenes tienen que emigrar en busca de una oportunidad.

“Personalmente me siento orgulloso de todos y cada una las historias vitales de los miembros de mi familia, las cuales llevo por bandera y orgullo.

Una de esas historias que más presente he tenido en mi vida ha sido la emigración. Mi abuelo, tuvo que emigrar durante 9 años (en campañas de 9 meses) a Francia. Tras de si, con todo el dolor de su corazón, dejaba mujer e hijos. Pero para él, como para mucha otra gente en aquella España, no quedaba otra salida.

Pasaron los años, y por fin llego a nuestro país la democracia, la libertad, la consagración de unos derechos y el crecimiento económico. Y como resultado de ésta ecuación aparecieron la igualdad y el bienestar para una amplia mayoría de los españoles. Y los que tuvimos la suerte de nacer en ésta “belle epoque” hemos disfrutado de todas aquellas ocasiones que les negaron la vida y la sociedad a nuestros padres, y por descontado a nuestros abuelos.

Y cada vez que veía las oportunidades y las puertas que ante mi se abrían, me acordaba de mi abuelo “el emigrante” y cuan diferente era su tiempo del mio. España había pasado en unas décadas de ser un país que “mandaba” emigrantes a recibirlos. Todo era perfecto. Nos creíamos, o mejor dicho, algunos se creían los “reyes de la fiesta”. Y en ocasiones, por suerte sólo en algunas, España olvido que en antaño había visto a sus hijos emigrar, y quizás algunos de sus hijos no trataron con suficiente cariño éstos nuevos hijos que venían solicitando una oportunidad.

Y…..todo cuento bonito tiene su final. Hace unos años empezamos a ver como algunos amigos o familiares después de haber terminado con esfuerzo y brillantez una carrera universitaria, abandonaban su país en busca de las oportunidades que ya les estaba empezando a negar su “tierra”. Entonces parecían que eran pocos, “incoformistas” les llamaban,” con la de trabajo que hay aquí, aunque no sea de lo “suyo” para que se van.

Pero la crisis poco a poco se ha empezado a “comer” el porvenir de muchos otros jóvenes, que también han tomado la decisión de coger la maleta y marcharse de su país. Y como si fuera cíclica, se repite la historia, muchas personas que vieron marcharse fuera de España a sus padres en busca de una oportunidad, contemplan con asombro y decepción como sus hijos hacen lo mismo.

Y el que escribe, en cuyos planes jamás entró ni siquiera la idea de tenerse que mover de su entorno, ahora ya no le parece tan descabellado tener que seguir los pasos de su abuelo y cruzar “Los Pirineos” hacía el norte. En fin…….”

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